domingo, 16 de noviembre de 2014

Bolígrafos II

Yo no se si sea natural, y no lo había querido admitir, pero en serio que tengo como algo con los bolígrafos (plumas, pues, pero no quise poner plumas para que no se confundiera con una inspiradora y poética entrada sobre las plumas de las aves que migran por que viene el invierno). La cosa es que, como que los últimos meses es...la felicidad tener bolígrafos bonitos, con su estuche y comprar sus repuestos (¿quién compra repuestos?); pero lo más extremo, es que realmente las cuido: como que no me encanta la idea de prestarlas y que no las devuelvan y se vayan al limbo de los bolígrafos perdidos de donde nunca jamás salen y que yo no las vuelva a ver....y hay veces que siento que no puedo empezar el día laboral si no tengo cierto bolígrafo a la mano y ando como loca por el laboratorio y la clínica buscando como demente hasta que aparece. Pero casi nunca pasa eso, por que realmente les pongo mucha atención a lo largo del día.

Se lo comenté en una ocasión a mi mamá, su respuesta fue que posiblemente hubiera sido una escriba o algo así en mi vida pasada. Si me lo preguntan, una respuesta que me dejo bastante satisfecha para resolver el misterio de la obsesión.


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