domingo, 21 de septiembre de 2014

Ruby

Ruby ya tiene 14 años. 

Ya no ve, ya no escucha. Solo huele y camina sin rumbo muy feliz de la vida. Se tumba todo el día en la sala y ronca. A veces parece que ya no se va a despertar, por que la muevo y no pasa nada, hasta que se despierta con un sobresalto. Batalla para levantarse y a veces se cae cuando camina o baja los escalones. Cuando la saco a pasear, se cansa rápido y va pegadita a mis piernas para no perderse, y si se separa poquito, voltea y entonces pongo mi mano en su hocico y la huele y sigue feliz trotando, hasta que vuelve a asaltarle la duda de que si voy atrás de ella. 

Con todo y sus achaques de la vejez, aún ladra y retoza y recibe a la gente, cuando se da cuenta que llegan. Y quiere salir a caminar, aunque se cansa mucho. 

También, se ha vuelto extremadamente terca. A pensar de todo que ni camina bien y no ve, termina haciendo lo que quiere. Como entrar a la casa, o cuando la quiero sacar, se pone como peso muerto y tengo que arrastrar los cuarenta kilogramos. 

No me imagino que pasa con los perros cuando mueren. Mucha gente piensa que los animales no tienen alma, pero los perros y gatos han evolucionado con el ser humano como compañeros, me gustaría pensar que tienen una especie de proto-alma extensión de la humana, o algo así. Por que realmente, a pesar de que no digas nada, muchas veces pareciera que leen la mente. Es un lazo especial y extraño, que considero, entre humanos raramente se forma.